martes, junio 27, 2006

Y si la respuesta es "no", miénteme


¿Remover el pasado? Sí, gracias. Posted by Picasa

... y entonces me acerco y digo:
- Hola, ¿eres el amor de mi vida?






...

A veces no debería decir palabras.

lunes, junio 26, 2006

Un golpe bajo


Posted by Picasa
Noche de San Juan supuestamente "mágica" con la correspondiente vuelta a casa al día siguiente. Ya sabes el resto, una boca del infierno, la calle vacía, dos chicas con frío y un hombre que hace señas por no poder arrancar su vehículo.
- Sólo una apreciación...
- ¿Perdón?
- Estás radiante, tienes una luz natural que pocas veces logro ver, iluminas todo aquello que encuentras a tu paso.
- ...
- Y sin embargo, tu amiga, no irradia más que una profunda e infinita soledad.
- Muy bien señor, tenemos mucha prisa.
- No se vayan...

lunes, junio 19, 2006

Viento


Wind in the Wires Posted by Picasa
Siempre los mismos personajes en la biblioteca, en las mismas mesas y haciendo las mismas tonterías con tal de evitar estudiar. La rubia del flequillo con sus amigas aguantándose la risa provocada por un estúpido ruido de sillas, el chico de odontología que lleva tres días mirando la misma página o tú, que mueves los labios a modo de discurso mientras te fijas en la forma de corazón que tiene el tomo número 62 de la colección de libros azules que hay enfrente.
Y lo único que descubres después de tantas tardes encerrada es que, absolutamente todos los que se han sentado a tu lado, saben hacer girar el bolígrafo en sus manos y que tú sigues sin encontrar la forma de hacerlo. Estás tan empeñada en no aprovechar la jornada, que sientes incluso celos por idioteces de ese estilo.
¿Cuántas horas llevas sin abrir la boca? ¿seis? Todo es un asco... Ojalá fueses como el protagonista de esa película al que empiezan a medicar por hiperactivo, al menos no te obsesionarías tanto con tus constantes distracciones. De acuerdo, a mí sí que me gustan.
¿En tantas cosas tienes que pensar? Hola... estoy aquí. Me gusta observarte en los días en que pareces estar cansada y de mal humor, me das miedo igualmente... pero resultas encantadora. Y tú notas que sé todo lo que haces, ¿verdad?
Ahora ya sé que cuando van a cerrar consigues memorizar el doble que en las horas anteriores (actúas mejor bajo presión), que cuando te pones nerviosa se te encorva la espalda mientras te aprietas el vientre y que tienes pintadas azules en la muñeca derecha porque a veces, sin darte cuenta, te relajas clavándote el bolígrafo en la zona de las venas.
Hoy te echan pronto... sigues muerta de miedo por el examen y con la sensación de frustración que tanto te gusta tener cuando atardece. Sales fuera y una brisa de viento te despeina como nunca, pero hoy todo te da igual. Tú sólo cierras los ojos, empiezas a caminar y a modo de susurro (pensando que nadie lo oirá) dices lo primero que se pasa por tu cabeza: "el viento es demasiado atroz".
Creo que adoro imaginar vidas.

domingo, junio 11, 2006

Donde los niños visualizan sus sueños


El mar Posted by Picasa

No recordaba cómo había llegado a donde estaba. Todo había pasado demasiado deprisa. En realidad, había sucedido en una hora de la que apenas recordaba unos pocos fotogramas que su fantasía ya empezaba a adornar y completar. Sólo traerlos a su cabezale producía tal temblor en el cuerpo que se veía obligado a menear con suavidad una pierna para liberar la tensión. Con suavidad. No era cuestión de despertarlo.
No podía estar más de diez segundos sin acariciar su pelo, o su espalda. Necesitaba convencerse de que, después de tantos años evitando caer en la ingenuidad de "nada es imposible", estaban los dos allí, desnudos. Tan cerca que la física carecía de sentido en ese universo particular ¿Cuánto dista un punto de sí mismo? Nada. E infinito. Estaba dentro de él, a su lado, en toda la habitación, en su cerebro, en la calle... La realidad había cambiado por completo para siempre y nadie más se daría cuenta.
Fuera de aquella diminuta habitación de tres metros cuadrados seguía oyéndose la vida pasar, sin percatarse de que había perdido dos pasajeros. Gritos de jóvenes, frenazos y sonidos de botellas ropiéndose no dejaban de recordarle que estaba en la zona más conflicitiva y deprimente de la ciudad y esto sólo le provocaba más calidez en su interior. Algo parecido a estar en la cama mientras se oye llover, pero con muchísimos más significados.
Una semana antes paseaba en solitario, miraba desde el puente de la autopista todas aquellas luces pasar intentando buscar esperanza de que, quizá, en alguno de esos coches había alguien que comprendería y que le haría compañía en esas noches de invierno. No contó con que esa persona a la que esperaba estaría a sólo unos metros, sentado en un muro y mirando y quizá pensando lo mismo. No era una persona muy extrovertida. Nunca hablaba con desconocidos, pero aquella noche le había dado igual. Amor al destino.
Y, ahora, volvía a presionarse contra su cuerpo, comprobando por enésima vez que aquello no era un sueño, ni el cielo, ni un brote esquizofrénico. Se acomodaba. Quería encajar en él como la pieza de un puzzle, como les había pasado a ambos de forma metafórica aquella noche en la autopista, riéndo tímidamente de una forma curiosa, mezclada con los temblores de sus cuerpos. Frío o nervios de haberse dado cuenta de que las cosas pueden pasar. Aquel ambiente nocturno de la autopista. La ciudad a lo lejos brillando como si reclamase la presencia de sus dos fugados, los dos inadaptados que huyeron de un mundo que no comprendían y en el que nunca se sintieron comprendidos, los que negaron su humanidad como medida de honor.
En aquel momento, en la cama, en medio de la habitación más sórdida y desordenada, nada de lo demás importaba. Hundió su cabeza en la curva que formaban el cuello y el hombro de él. También parecía haberse despertado al notar ese aliento cálido en una zona tan sensible y sólo sonrió sin abrir los ojos. Eso lo dijo todo.
Ya no había más mentira en el mundo. Ni siquiera de las que están destinadas a alegrar a uno. Ni siquiera existía el mundo.