miércoles, marzo 28, 2007

Cinco extraños hábitos

En realidad nunca he jugado a estas cosas, pero esta me resultó bastante curiosa y sé que hay un alma inquieta a la que le hacía ilusión (para una cosa en la que resulto escogida...). Lo de siempre, cinco hábitos raros y cinco personas a las que enviarle la cadena. A ver, empiezo...
a) Supongo que, pese a lo que aparente, soy una persona bastante tímida a la que le cuesta entender a las personas y sus peculiares tendencias. Caminar a solas por la calle es una de mis pasiones, pero hay determinadas personas que verdaderamente consiguen intimidarme al cruzarse. Cuando me ocurre esto siempre bostezo o me toco el rabillo del ojo de una forma totalmente inconsciente.
b) Sí, soy de letras, y es la excusa más perfecta que ha creado la humanidad (como para sobrevivir otros veinte años más). La cuestión es que, pese a todo, los números me obsesionan; no en plan matemático esquizofrénico, lo que ocurre es que adoro los números impares y detesto los pares. Cuando subo o bajo el volúmen de la televisión, el número tiene que quedarse siempre en impar (si no es así mis nervios estallan al instante).
c) Con la comida me obsesionan las texturas. Las cosas viscosas y húmedas prefiero no incluirlas en mi menú. Véase espárragos blancos o salmón ahumado. ¿Es a mí a la única a la que le hace gracia lo del saumon fumée de los franceses?
d) Tiendo a hacer comentarios incoherentes que sé que sólo entendemos unos pocos (o más bien sólo nosotros le encontramos la gracia). Mis favoritos, la derecha y la izquierda política ("¿Dónde está mi bolígrafo comunista?") y los cambios en el sentido de las palabras ("¿Dónde está la salida?" "Salida tu puta madre").
e) Cuando escribo me suele llegar la inspiración mediante una canción, aunque al final no guarde ninguna relación. Todas las veces activo el modo repetición y la dejo sonando hasta que termino el primer borrador (siempre con papel y bolígrafo en mano).
Lo de seguir el juego lo dejo al criterio de cada cual, que lo haga el que tenga tiempo y ganas.

viernes, marzo 09, 2007

El mejor cosquilleo en la nuca


Hoy me metí en la guagua más vacía que encontré sin saber siquiera dónde iba a aparecer. Al llegar me encontré con una montaña preciosa llena de árboles caídos por el viento y un pequeño camino que rodeaba a un cutre riachuelo. Cuando subí, prácticamente no di con nada que realmente mereciera la pena, sólo frío... y algunas luces extrañas. El resto supongo que no es más que otro frustrante secreto.