miércoles, octubre 13, 2010

true love will find you in the end.

Está claro que el mundo es un pañuelo. O más bien, visto lo visto, un cleanex usado y arrugado perdido en el fondo del bolsillo de alguna jubilada con amagos de demencia senil.

lunes, octubre 04, 2010

no espe.


En las últimas semanas he recibido señales que lo indicaban, pero desde hoy lo puedo comunicar oficialmente: estoy inmerso en un cambio de ciclo. Mejor dicho, he decidido que estoy en un cambio de ciclo. O mejor dicho aún, necesito sentir que mi vida de alguna manera está cambiando porque vivo en esa (des)ilusión que es el dia de la marmota.
En cualquier caso, son buenas noticias. Cuando cambio de ciclo, inicio unos trámites de divorcio psicológico de mi antiguo yo hasta el punto de traer mis propios recuerdos a la mente como si fuesen la vida de otro, como si estuviera recordando algo que me contó alguien que le pasó a otra persona.
De esta manera, delego todos mis traumas y malos recuerdos en otro ser al que no vuelvo a ver aunque los demás piensen que sigue vivo.
Me alegra hacerlo por fin público ya que, así, el proceso de cambio de ciclo es inevitable. Aunque sólo sea por no quedar mal. Mañana es lunes, mi nuevo día favorito de la semana. E, cuando leas esto llama a la policía.

domingo, junio 06, 2010

desencantos, desencuentros.


Se supone que tendría que estar escribiendo un trabajo sobre religiones, pero no se me ocurre una manera delicada de escribir en italiano a un profesor creyente que yo dejé de creer en Dios al mismo tiempo que en los Reyes Magos y el Ratoncito Pérez.

jueves, junio 03, 2010

Energía potencial


Odio no haber escrito nada en el blog en todo este año de estancia en Roma, porque de esa forma podría comprobar cuál ha sido mi progreso, descartando "involución" por ser políticamente incorrecta con mi autoestima, en ese tiempo.
Resulta frustrante irte a vivir la experiencia de tu vida a miles de kilómetros de casa, la experiencia que todo el mundo aseguraba que te cambia la vida, y a los nueve meses tener esa sensación de seguir con las manos vacías. He cambiado de ciudad, he venido solo a la urbe más caótica que haya visto dejando atrás demasiadas cosas que en realidad no quería dejar para simplemente descubrir que en todo el mundo la gente es horrible y que, como de costumbre, sólo se salvan unos cuantos.
De repente te encuentras en medio de la Ciudad Eterna sin nadie que te importe de verdad y con todos tus miedos infanties y juveniles resucitando y volviéndose cada vez más fuertes. Y no ayuda que te roben la fianza, la bicicleta, el mp3 y la cesta de la compra que aún no has pagado. Y no ayuda que los chicos guapos me amen. Y no quiero tanta fiesta porque oír tantas tonterías me provoca espasmos tetánicos...
Y entonces llego a hoy. Queda un mes exacto para irme y se encienden las reversas. Todo es efímero, todo el tiempo los has desperdiciado y todo empieza a cargarse de una energía potencial para provocarte todo tipo de sensaciones que antes eran imposibles sin alcohol o una sobredosis de cafeína. Malditos los que se han pasado todo el tiempo de fiesta por idiotas que fueran. Ojalá hubiese pensado menos... Sin embargo, de repente llegan tres mensajes de tres personas diferentes, los que se divertían mientras tú te autocompadecías, haciendo evidente que ellos también sufren el efecto de "todo se acaba". No se atrevieron a decirte esas cosas hasta hoy que han empezado a sentir que queda muy poco. Es el poder del adiós, cuando ya no queda nada que perder y todo se puede poner en riesgo.
Al final, a todos nos parece que hemos desperdiciado el tiempo, pero en realidad es imposible vivir intensamente mientras no estés en el límite. Menos mal que todo se acaba, porque si no la belleza sería imposible.
¿Puedo decir que gané?

domingo, marzo 14, 2010

Sobre política

Somos como Marilyn y JFK. Claro que, pensándolo bien, tú no eres ningún sex symbol... ni yo llegaré nunca a presidenta.

viernes, enero 08, 2010

Todavía soy tu amigo

En realidad detesto no tener ganas de dormir. Odio esta sensación que tengo cuando me quedan pocos días para volver a Madrid; es como sentir que me estoy perdiendo algo y no sé el qué. Ahora, de repente, me apetece ir hasta San Diego con B., ponerme una falda de pana verde, morder trebinas y dejarme crecer las cejas. Probablemente sea culpa del último episodio de Mujeres Desesperadas, pero uno no puede evitar pensar en lo distinto que hubiese sido todo. Y claro que sé lo que quiero, pero eso no significa que sea políticamente correcto.