jueves, marzo 23, 2006

Todas las direcciones


Todas las direcciones Posted by Picasa

Normalmente, la vida cambia sin que te des cuenta.

Siempre que creemos que las cosas no van bien (y eso es la mayoría de los días de nuestra vida) esperamos que un día todo cambie de golpe, como si nuestra existencia fuera un episodio de Alias. De pronto, un día vas por la calle y conoces al amor de tu vida. O encuentras tu vocación. O te toca la lotería... Sí. Definitivamente, nos influencia demasiado la televisión. Las probabilidades de que caminando por la calle tropieces con Julia Roberts y le derrames un café por encima son incluso menores que las de que nuestro número de cinco cifras resulte premiado.

Pero lo cierto es que, por lo general, la vida no da giros repentinos. Los cambios llegan a hurtadillas. Y no nos damos cuenta que en casa han cambiado la cajita de las agujas de coser de lugar hasta que se nos rompe el botón de una chaqueta y, en un arrebato, nos empeñamos en arreglarlo.

Nunca le di especial importancia sobre mi destino (bueno, quizá en esta ocasión sí) a cuando me empeñé en que quería el juego de Super Mario para ordenador con 6 años y, mis padres, incapaces de encontrarlo, me compraron otro juego que se llamaba Star Trek, 25 Aniversario.

Pero de no ser por esta aleatoriedad sin importancia, no me habría aficionado a la astronomía. Nunca. Todo dependió de un deseo tan relevante como el tropezarse en la calle. Y si no me hubiera aficionado a las estrellas, no habría elegido la optativa de astronomía en 4° de la ESO. Y si no hubiera sido por esto, no habría cogido al azar la asignatura de fotografía.

Y, francamente, sin las fotos ahora mismo mi vida no tendría sentido. O sí. Quizá ahora tendría una vida lo más completa y feliz que podría imaginar, pero prefiero no creerlo.

A lo que pretendo llegar es a que todos los días nuestra vida va cambiando muy poco a poco. No sólo con cada cosa que decidimos, sino también con cada cosa que no decidimos y hacemos sin plantearnos su trascendencia, la brutal diferencia que puede existir en nuestra vida futura si estornudamos ahora o dentro de tres segundos. Aunque da vértigo pensarlo, elegir irnos a vivir a otro país tiene el mismo impacto sobre nuestro destino que volver la cabeza mientras estamos sentados en el ordenador.

Y siempre es interesante ir caminando y, sin venir a cuento, dar un brinco y pensar: “¡Ja! ¡Acabo de cambiar mi futuro!”. Al menos, yo lo hago con demasiada frecuencia. Me recuerda que, aunque no sepa adónde voy, siempre estoy haciendo el camino.

No hay comentarios: